En nuestro episodio anterior, el Dr. Malarrama viaja a Londres para seguir la pista de Nicholas Hawksmoor, arquitecto barroco y asesino en serie. Lo que en principio comienza como un apacible paseo por el mundo del arte, con sus tirabuzones blancos y sus dentaduras podridas, se convierte en una investigación criminal. El célebre arquitecto pudo tramar la muerte del hijo de su jefe de obra en un intento de imitar la costumbre de los druidas celtas de santificar el suelo de sus construcciones con sangre de joven virgen. Se da la casualidad también de que, 150 años más tarde, Jack el Destripador mata a cinco prostitutas en el londinense barrio de Whitechapel y esparce los cadáveres en las proximidades de la iglesia donde Hawksmoor cometió su tropelía. Después de visitar el lugar del crimen, el Dr. Malarrama se acerca a otra de las iglesias de Hawksmoor, St. George-in-the-East, y descubre algo que le deja boquiabierto. Y es aquí donde continúan las aventuras del Dr.:
St. George-in-the-East se encuentra entre Cable Street y The Highway. Para una zona con un pasado tan oscuro como ésta, el nombre de la última calle (literalmente: “la gran vía”) resulta sospechosamente genérico, como si tuviera algo que ocultar. Y, en efecto, tiene algo que ocultar. The Highway no es más que la nueva denominación de la infame Ratcliffe Highway, donde tuvo lugar el crimen más espantoso de la primera mitad del siglo XIX en Inglaterra. El 7 de Diciembre de 1811, un tal John Williams entró en la tienda de los Marr, un comercio de tejidos, y acabó con la vida de Timothy Marr, su esposa Celia y el hijo de ambos, un bebé de tres meses de edad, al que Williams destrozó la cabeza con un mazo. Doce días más tarde, Williams mató a otras tres personas. Considerando tan horripilante historial, no es de extrañar que cambiasen el nombre de la calle.
Ya era una casualidad importante que esos hechos hubieran ocurrido al lado de una de las iglesias de Hawksmoor, cosa que se repetiría 77 años más tarde en Whitechapel con Jack el Destripador. Pero lo que resultaba más chocante era la significación especial que tenían ambos crímenes, los de Williams y los del Destripador. Si al segundo la prensa lo convirtió en el asesino en serie más conocido de la historia, fueron los crímenes de Williams los primeros en tener una repercusión pública masiva. El siglo XIX comenzaba con los primeros titubeos de la prensa sensacionalista, y los crímenes de la Ratcliffe Highway fueron el abono que alimentó el terreno donde crecería Jack el Destripador. Éste nunca hubiera existido, o al menos no como figura mítica creada por la prensa, si los nuevos medios impresos no hubieran conseguido poner a prueba su poder para provocar una contagiosa oleada de paranoia al cubrir los crímenes de la Ratcliffe Highway. La recién nacida prensa sensacionalista fue el primer punto de unión entre ambos crímenes.
El segundo era, por supuesto, las iglesias de Hawksmoor.
John Williams, el asesino de la Ratcliffe Highway fue sentenciado y colgado en público. No se supo dónde estaba enterrado hasta 1886 (dos años antes de los crímenes del Destripador). Una compañía de gas efectuaba una serie de excavaciones en el cruce de Cable Street y Comercial Road y, accidentalmente, encontraron los restos de John Williams. ¿Saben lo que le había hecho la muchedumbre después de colgarlo? Clavarle una estaca en el corazón. ¿Y saben donde quedaba el cruce en el que encontraron el cadáver? Pues al lado de St. Georges-in-the-East, la iglesia de Hawksmoor.
Hasta 1823, año en que un Acta del Parlamento acabó con la costumbre, era común enterrar a los criminales y a los suicidas en los cruces de caminos. Cualquier cruce de caminos valía para un criminal, pero en el caso de los suicidas se procuraba que el cruce quedara cercano a una iglesia pues, aunque no podían ser enterrados en suelo santificado, cuanto más cercano quedara éste mejor podría descansar el finado. ¿Por qué pues seguir la misma costumbre con John Williams si éste era un criminal? ¿Qué sentido tenía enterrarlo tan cerca de St. Georges-in-the-East, especialmente si tenemos en cuenta que en el cementerio de dicha iglesia yacían los cuerpos de la familia Marr, cuyo descanso podría ser perturbado por la cercanía del asesino?
Fui pensando en todas estas incógnitas durante el viaje en metro a Charing Cross Road, y anduve un rato hasta el Soho, donde había quedado con mi hermano, el Coronel Malarrama, que ultimaba su caza de joyas descatalogadas en una tienda de discos y videos.
─¿Ya has descubierto al asesino? ─me preguntó con tono un tanto socarrón mientras examinaba un vinilo de cuando David Bowie aún se llamaba David Jones.
Le conté a mi hermano, el Coronel Malarrama, lo que había descubierto.
─Pero todo eso ya lo dijo Alan Moore en From Hell ─contestó mientras sus ágiles manos alcanzaban la sección de DVDs de terror, donde había localizado una película de su actor favorito, El Ansia.
─No es verdad. En From Hell no hay ninguna referencia al niño que mató Hawksmoor.
─No mató a ningún niño. Se cayó de un andamio ─y siguió rebuscando entre los DVDs.
─Vaya, qué casualidad, ¿no? ¿Y qué me dices del hijo de los Marr, que está enterrado en St. George-in-the-East?
─Eso ocurrió casi 100 años después de lo del andamio ─dijo sacando un nuevo DVD de la estantería.
─Bueno, pero… ─la verdad es que no había caído en ese detalle─. ¿Y el cadáver de John Williams? ¿Por qué estaba enterrado de ese modo tan extraño? Una estaca en el corazón, un cruce, una iglesia… ¿Por qué lo habían de enterrar al lado de una iglesia?
─Ingenuo ─respondió poniendo en mi mano el DVD que había encontrado.
M. el Vampiro de Düsseldorf.
El Coronel Malarrama tenía razón. El imaginario colectivo con frecuencia ha relacionado la mitología vampírica con el asesinato de infantes. No en vano, a Peter Kurten, el asesino de niños alemán que actuó en 1929 y 1930, se le llamó el “vampiro de Düsseldorf”. Por no hablar de Mohammed Bijeh, el asesino en serie que mató en Irán a 20 niños y que fue ejecutado en 2005, cuando todo el mundo le conocía ya por el sobrenombre de “El vampiro de Teherán”. Estaba claro por qué el populacho había clavado una estaca en el corazón de John Williams y luego le habían enterrado en un sitio donde dos caminos formaban una cruz cerca de terreno santo. Para que su alma nunca pudiese descansar.
─Natural, pero ¿qué tiene eso que ver con tu arquitecto? ─preguntó mi hermano, el Coronel Malarrama.
─Por virtud del Acta del Parlamento de 1711, se ordenó construir cincuenta iglesias en Londres, de las cuales la mayoría fueron diseñadas por Hawksmoor. Sólo llegó a construir seis, entre ellas la Christchurch de Whitechapel y St. George-in-the-East. Hawksmoor estaba obsesionado con la alineación de sus iglesias y llegó hasta el punto de amenazar a los comerciantes de la Ratcliffe Highway para que les vendieran sus locales de modo que pudiese utilizar esos terrenos para orientar la posición y la fachada de su iglesia tal y como él quería. No lo consiguió. Los comerciantes se negaron a vender sus tiendas. 100 años más tarde un hombre asalta la tienda de los Marr y los mata.
─Así que tu arquitecto se levantó de la tumba después de 100 años para santificar la tierra de su iglesia con sangre virgen. Total, que se equivocaron y le clavaron la estaca al vampiro equivocado.
─¿Y qué hay de las alineaciones de las iglesias?
─¿Qué alineaciones?
─Todas las iglesias de Hawksmoor están llenas de símbolos egipcios. Los obeliscos, entre ellos. Una de sus iglesias, St. Anne en Limehouse, está construida exactamente igual que un templo egipcio, con la fachada orientada hacia una salida al mar: el río Támesis. A principios del siglo XX se encontró en una excavación cerca de la iglesia restos de cerámica egipcia. ¿Cómo podía saber Hawksmoor que los egipcios habían llegado a Londres mucho antes de que lo hicieran los romanos?
─¿Qué tienen que ver los egipcios con los asesinatos de niños?
─Se rumorea que el niño que murió al caer del chapitel de Christchurch no fue el primero. Que Hawksmoor pudo haber ido matando a un niño por cada iglesia que construyó.
─¿Y eso dónde lo has leído?
─En una novela. La sombra de Hawksmoor, de Peter Ackroyd.
─Ya, en una novela…
─(…)
─Estás obsesionado ─dijo mi hermano, el Capitán Malarrama, mientras se dirigía a la caja con el material que había encontrado: seis vinilos de David Bowie y las películas El ansia, El hombre que cayó a la tierra, Feliz navidad, Mr. Lawrence y Laberinto─ Esta última ya la tengo ─aclaró─, pero así tengo una copia de repuesto por si se desgasta la otra.
Enfurecido, abrí mi mapa de Londres encima de la mesa del dependiente, a quien le quité un rotulador rojo, uno verde y otro negro que, por casualidad, llevaba en bolsillo de la camisa.
─¡Marca en el mapa la iglesia de Christchurch! ─le dije a mi hermano, el Coronel Malarrama─ ¡Marca te digo!
─No te pongas así, hombre.
─Marca ahora St. George-in-the-East.
─¿Contento?
─Y el resto de sus iglesias: St. Anne en Limehouse, Mary Woolnoth y St. George en Bloomsbury.
─Muy bien.
─No te olvides de St. Luke Old Street y St. John Horselydown, sus chapiteles con forma de obeliscos también eran de Hawksmoor.
El dependiente nos miraba con estupor.
─¡Ahora une los puntos! ─le dije a mi hermano, el Coronel Malarrama─ ¡Une los puntos, te digo!
El Coronel Malarrama me miró y luego volvió a clavar la vista en el mapa. Su infalible instinto le hizo dibujar la única figura que los puntos podían sugerir:
Sí, queridos lectores. El ojo de Horus. Hijo de Osiris, dios egipcio cuyo cuerpo fue despedazado y esparcido por todo Egipto.
¿Y qué hay en el lugar que ocupa la pupila del ojo de Horus que Hawksmoor dibujó en el suelo de Londres?
La iglesia de Christchurch, alrededor de la cual Jack el Destripador esparció los cuerpos despedazados de cinco mujeres.
─Se olvida de algo, mate ─dijo el dependiente.
El Coronel Malarrama y yo levantamos los ojos del mapa.
─El animal que simboliza a Horus es el halcón ─continuó el dependiente─. Y Hawksmoor significa literalmente: “el halcón de la marisma”.
─Pero… ¿usted conoce a Nicholas Hawksmoor? ─pregunté.
─Sure ─contestó─ Aquí todo el mundo conoce esa historia, mate. Aquí en Londres nos pirra todo lo que tenga que ver con el Barroco. Lo del ojo de Horus aparece en un libro de poemas de Iain Sinclair, Lud Heat.
Mi hermano, el Coronel Malarrama, se llevó la mano a la boca para taparse las risitas.
─Pues si son ustedes tan listos aquí en Londres, dígame ¿qué es el arte? ─dije, retomando la pregunta que me había llevado a tan largo viaje.
─El arte, mate ─contestó el dependiente─. Es establecer relaciones entre cosas que nunca estuvieron ni jamás podrán estar relacionadas.
Así que, desde entonces, cuando me paran por la calle y me preguntan “¿qué es el arte?”. “¿Sirve para algo acaso? ¿Qué es el arte, Dr. Malarrama?”. Cuando lo hacen, yo contesto sin decir nada, con una sonrisa y guiñando el ojo mientras pienso en el ídem de Horus dibujado sobre el plano de Londres.
Dr. Malarrama
2 comentarios:
Doctor Malarrama, ¡usted sí que tiene arte! Muy buena su exposición. Visitaré las iglesias de Hawksmoor cuando vuelva a Londres.
Excelente publicacion.. muy bueno..
Publicar un comentario